El soneto concluso

Estoy parado frente a la ventana

pero siento que debo empezar a irme.

Nadie habló aquí nada de rendirme

mas solo veo podrida a la manzana.


No puedo aspirar más a ese mañana

y ya es muy tarde para corregirme;

quizá es inútil tanto arrepentirme,

quizá la carga así sea más liviana.


No hay nada al otro lado del celaje

más que el reflejo de mi yo errabundo.

Hora es de retomar el movimiento:


La infelicidad tengo de escarmiento

y con ella hollaré de nuevo el mundo

hasta que de él Dios quiera que me baje.