Su labio inferior mordido,
su sonrisa, leve y lenta,
engarzada a una boca perfecta;
su forma de ignorar lo que piensa
y decir sólo lo que piensa el mundo;
su mirada de fuego, perezosa y blanca
como una nube extraviada en el inmenso azul del cielo;
su importancia, nacida de la belleza,
medida en una ajustada falda eterna
de inconsciente levedad…
Es todo una pose.
Su norma de vida, su argumento, su temor
como los de una abeja pecoreando entre flores,
su manera de imitar sentimientos
que hace tiempo dejó de sentir;
su rápida respuesta
-demasiado rápida para ser cierta-;
su cambiar de anillos cada poco
y su abandonar siempre un trozo pequeño
de comida en su almuerzo…
Es sólo una pose, y yo no la conozco.
Sus gustos estadísticamente estudiados,
sus ojos pintados como los ojos de un ciego,
su pelo decolorado en mil diferentes colores,
sus uñas recortadas, su aroma de gota de tiempo,
su mentira, su desgracia, su falsa promesa…
Es todo una pose.
Y yo… yo sólo conozco su tristeza.
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